lunes, 18 de agosto de 2008

Sobre los Templarios



Hace unas semanas, la Asociación Soberana del Temple de Cristo —los supuestos herederos de la orden de caballeros, desaparecida en el siglo XIV, y españoles, ¡vaya por Dios!— han salido a la luz, porque se les ha ocurrido demandar al Papa y reclamarle todos los bienes que les fueron confiscados a la Orden. Mientras, la Orden Soberana y Militar del Temple de Jerusalén (OSMTJ) ha acusado a esa asociación de usurpar el nombre de la Orden del Temple, y ha negado que pretendan demandar de ninguna manera al Papa, reconociéndoles la labor que realiza.
En octubre del año pasado, el Vaticano publicó el documento Processus contra Templarios, un pergamino de 1308, perdido hasta entonces en los Archivos Secretos, que contiene la absolución impartida por Clemente V al último Gran Maestro del Templo, el fraile Jacques de Molay, y a los demás jefes de la Orden, después de que estos últimos hicieran acto de penitencia y pidieran perdón a la Iglesia.
Numerosos medios se han hecho eco de la curiosa demanda (podemos imaginarnos de qué manera algunos). Reproducimos parte del artículo publicado en gaceta.es por S. Mata y R. Cobo sobre los templarios y su rehabilitación.
La orden templaria era una especie de cascos azules de la ONU de hace un milenio. Constituía una organización internacional al servicio de una autoridad cuyo objetivo consistía en garantizar la seguridad de las rutas hacia Tierra Santa después de las Cruzadas. El Papa confió la custodia de los lugares santos a caballeros que deseaban compartir el modo de vida de los religiosos. Surgieron así órdenes militares desvinculadas de los intereses de una determinada nación, en concreto de la más pujante: Francia.

En su afán por dominar al Papa, Felipe IV (que además tenía muchas deudas contraídas con la Orden)había encontrado un nuevo argumento: acusar a los Templarios de herejía, idolatría y sodomía. Jacques de Molay, maestre de los Templarios, acudió en junio de 1307 a París para hacer frente a una acusación montada a partir de testimonios de antiguos caballeros expulsados de la orden por transgredir las normas.
El 13 de octubre, todos los Templarios residentes en Francia fueron arrestados y sometidos a unas torturas que, según Alain Demurger, sólo puede compararse con los procesos estalinistas. Los Templarios admitieron los crímenes más horrendos, con tal de librarse de la tortura y ser ejecutados.

El Papa Clemente V se entrevistó con Felipe IV para tratar de poner fin al abuso y aceptó la convocatoria de un Concilio que procesara al difunto Papa Bonifacio VIII, que se había enfrentado a los abusos del que se autodenominaba rey cristianísimo.
Felipe IV hizo quemar en la hoguera el 12 de mayo de 1310, como herejes reincidentes, a 54 caballeros que habían negado las confesiones obtenidas mediante tortura. En 1312, siete Templarios se presentaron ante el Concilio de Vienne, diciendo representar a 2.000 hermanos de la Orden que querían declarar a favor de su preservación. Felipe El Hermoso no perdió tiempo y el 20 de marzo anunció su llegada a Vienne, al frente del Ejército. Para evitar un episodio de violencia, Clemente V suprimió el día 22, por la bula Vox in Excelso, la Orden del Temple, para salvar las vidas de quienes pudieron reintegrarse en otras órdenes.

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